Por: Licenciada Cristina Bravo Rojas
En esta era tecnológica sin precedentes, el Reglamento (UE) 2024/1689 del Parlamento Europeo y del Consejo, promulgado el 13 de junio de 2024 y publicado en el Diario Oficial de la Unión Europea el 12 de julio de 2024, se convierte en una guía para los Gobiernos y particulares de los límites y alcances de la inteligencia artificial (IA). Este reglamento, compuesto por 13 capítulos, no solo busca la eficiencia del mercado, sino que también promueve una IA que respete la esencia humana y sea de fiar.
Dicho Reglamento establece un marco jurídico uniforme para el desarrollo, la introducción en el mercado, la puesta en servicio y la utilización de sistemas de IA en la Unión Europea. El artículo primero de este Reglamento, se centra en la promoción de una IA centrada en el ser humano, garantizando un alto nivel de protección de la salud, la seguridad y los derechos fundamentales; incluyendo la democracia, el Estado de Derecho y la protección del medio ambiente. Además, fomenta la innovación y asegura la libre circulación transfronteriza de mercancías y servicios basados en la IA. Encontrar el balance entre innovación y ética siempre será motivo de debate, pero son este tipo de legislaciones los que hacen evolucionar a las ciencias sociales a la par de la tecnología.
Una de las innovaciones clave del reglamento es la categorización de los sistemas de IA según el riesgo que presentan. Esto permite ajustar las obligaciones y requisitos de transparencia, equilibrando la innovación con la seguridad. Las prácticas prohibidas, como la manipulación del comportamiento cognitivo y la puntuación social, reflejan una preocupación fundamental por el bienestar y la dignidad humana, evitando que la tecnología se convierta en un instrumento de control y opresión.
El reglamento también establece responsabilidades claras para todos los actores en la cadena de suministro de IA, incluyendo proveedores, importadores, distribuidores, fabricantes y representantes autorizados. La creación de la Oficina de la Inteligencia Artificial como órgano de gobernanza, asegura la aplicación efectiva de estas medidas, estableciendo un sistema de sanciones que refuerza el compromiso con la legalidad y la justicia.
La entrada en vigor del reglamento será gradual, permitiendo una adaptación adecuada a sus exigencias. A partir del 2 de agosto de 2026, la mayoría de las medidas serán aplicables, con ciertas excepciones que entrarán en vigor en fechas posteriores. Este enfoque progresivo facilita una integración más fluida de los nuevos requisitos, asegurando que todos los actores del mercado comprendan plenamente las nuevas obligaciones y tengan tiempo suficiente para implementarlas.
Podemos esperar que este Reglamento comience a replicarse en todo el mundo, siendo un buen acercamiento para la evolución legislativa de los países para regular temas que parecieran de ciencia ficción, sin embargo, el uso IA se ha vuelto parte de nuestro día a día, y que mejor que esté bien regulado.