Por: Lic. Martha C. Bravo
En los últimos años, el papel de la inteligencia artificial (IA) en la creación de obras originales ha sido motivo de acalorado debate. Mientras algunos defienden la posibilidad de reconocer a la IA como autora originaria o coautora, otros rechazan la idea, argumentando que no puede generar creaciones originales. Aunque esta discusión parece innovadora, el trasfondo no es nuevo y recuerda casos como el de Naruto, el mono que se tomó una “selfie“, o Pigcasso, el cerdo pintor. En ambos casos, los animales no fueron reconocidos como autores por no ser seres humanos. ¿Por qué debería ser diferente con la IA?
Para comprender mejor el debate, es importante recordar que el autor de una obra posee derechos morales y patrimoniales sobre esta. Los derechos morales incluyen el reconocimiento como autor y la facultad de modificar o impedir modificaciones en la obra, mientras que los derechos patrimoniales permiten la explotación económica de la misma. En México, la Ley Federal del Derecho de Autor establece en su artículo 12 que solo una persona física puede ser considerada autora de una obra literaria o artística.
Este principio fue reafirmado en diciembre de 2024, cuando la Sala Especializada en Materia de Propiedad Intelectual resolvió que solo las personas físicas pueden ser creadoras de obras originales susceptibles de registro. La decisión se basó en la naturaleza de la IA, la cual simula la inteligencia y capacidades humanas para resolver problemas. No obstante, sus resultados son producto de un proceso de aprendizaje previo y la ejecución de algoritmos que relacionan y procesan los elementos con los que fue alimentada. En consecuencia, la creación de la IA no puede desvincularse de su condición de herramienta tecnológica, lo que impide considerarla como autora.
La discusión en torno a la autoría de la IA plantea preguntas fundamentales sobre la naturaleza de la creatividad y los derechos autorales en la era digital. Mientras tanto, el marco legal vigente sostiene que solo los seres humanos pueden ostentar el título de autores, dejando a la IA como un valioso recurso, pero no como sujeto de derechos.
Un aspecto adicional que considerar es el impacto en la colaboración entre humanos e inteligencia artificial. La IA está siendo cada vez más utilizada como una herramienta para potenciar la creatividad humana, desde la generación de ideas hasta la producción de obras completas. Si bien no se reconoce a la IA como autora, ¿cómo se debería valorar la colaboración entre ambos? La falta de claridad en este aspecto podría generar incertidumbre para artistas y desarrolladores que dependen de esta tecnología.